León, la ciudad de rojo

Ayer, durante todo el día, allá donde uno mirara en León sólo veía rojo. Rojo enfrente de la Catedral. Rojo en los bares del Húmedo. Rojo en la Calle Ancha. La Selección había hecho del lunes un sábado. Sin fútbol de Primera (la Cultu está en Segunda B), acoger un partido así es una fiesta. Suena a tópico. Pero esa es la frase. Fiesta total. León está de moda. Lo dicen las cifras de turistas, los periódicos. Y la Selección ha ayudado. Dos partidos en catorce meses. León ya está en el mapa del fútbol. El camino a Rusia 2018 ha partido de la tierra que, dicen los investigadores, guarda el Santo Grial (San Isidoro). El kilómetro cero era el Hotel Silken, hotel de la Selección, cerrado sólo para ellos. En la puerta, durante horas, se apostaron los leoneses esperando firmas, autógrafos, fotos. Mérito tenía. Los termómetros en León, ciudad de chaqueta hasta en las noches de julio, no bajaron de 35 grados.

Iniesta, que no está, lesionado, también estaba en León. Su nombre era el más repetido en las camisetas. También el de Ramos. Y el de Piqué, por cierto. En la ciudad donde comenzaron, se han apagado los pitos (menos mal). Cuando la megafonía anunció su nombre, el estadio aplaudió. Así fue durante todo el partido. Qué bien. Eso, como leonesa, pues también es un orgullo.