Nota alta para la Vuelta

La Vuelta a España ha acabado con nota alta. Es lo que dicen las audiencias. Una media de 1,2 millones es una cifra excelente. Superior incluso a la del Tour de Francia, y eso son palabras mayores. Su valor aumenta al no haber estado metidos los ciclistas españoles en la lucha por la victoria. Es cierto que la cifra ha sido ligeramente inferior a la del año pasado, pero durante los primeros días compitió contra los Juegos Olímpicos, precisamente cuando estábamos metidos en la vorágine de las medallas: Carolina Marín, las gimnastas, Carlos Coloma... Todo esto confirma la importancia de lo que exponía Javier Guillén, su director, a Juan Gutiérrez en la entrevista publicada el pasado martes: “El ciclismo se financia con las audiencias”.

La Vuelta tendrá muchas cosas que no gusten y otras que no le salgan bien. Seguro. Eso sucederá siempre. Pero al final hay un balance, y este ha sido bueno. Ver luchar a Quintana y Froome cara a cara ha sido un lujo. Eso es lo que nos quedará. También, el fuera de control de 93 corredores, que se unió a una llegada del pelotón días antes con media hora de retraso, cruzando la meta sonrientes entre los pitos del público. Fueron una vergüenza, que ha merecido la justa reprimenda de Guillén, porque, como dice, el ciclismo vive de la imagen, y la que dieron con esos actos fue espantosa. La buena imagen se consigue con esfuerzo y épica, y a eso contribuyen los muros de la Vuelta, esos que tan poco gustan a los corredores. Mas sí al público. Así lo dicta la audiencia.