La chispa que prenda la mecha

Llega el Real Madrid a Cornellà acaso unas lecciones antes de lo que hubiera sido deseable. El plantel del Espanyol, que hasta hace poco se tomaba a sí mismo como un patito feo, pues era resultón pero no obtenía resultados debido seguramente a técnicas (o técnicos) desacertadas, sigue todavía en el proceso de aumentar su baja autoestima. El diagnóstico era tan claro que contrató a un experto en ligues (y en Ligas) que hiciera aumentar sus probabilidades de éxito. Y en ello está la plantilla, todavía tomando notas e iniciando las prácticas, cuando se enfrenta con una de las reinas de esta fiesta que es el fútbol. Parece no estar preparado aún para conquistarla, pues recurren ya los pericos a frases hechas para romper el hielo pero siguen llevándose plantones.

Sin embargo, el atrevimiento y sobre todo la seguridad pueden llevar a la sorpresa en la noche de Cornellà. El ‘no’ ya lo tiene el Espanyol. De ahí que la conquista, el triunfo, supondría un chute de autoestima tal que aceleraría exponencialmente el proceso. Provocaría que en lo sucesivo dejasen los pericos ese rincón sin luces para saltar a la pista de baile a entregar todo lo que llevan dentro. Pasarían a enamorar y a enamorarse tal como llevan buscando durante años y mereciendo durante al menos los últimos meses. Y a encender esa mecha que sólo precisa un chispazo para prender de lo lindo. Para que el Espanyol vuelva a su esencia. A ser el histórico que es. A mostrar la ambición que se perdió por el camino. A sentir que el amor, además de platónico, puede ser eterno.