‘Grizi’ y una noche por el Balón de Oro

Amaneció ayer Francia con Griezmann en la portada de L’Equipe y un grito en mayúsculas: “Votez Griezmann”. La frase no necesita ni traducción. Voten a Griezmann. L’ Equipe ha comenzado su campaña. Quiere el Balón de Oro para este francés que es tan bueno, día a día, todos los días, que agota hasta los adjetivos con los que calificarle. Basta, quizá, ya sólo su apellido. Se dice Griezmann y ya se sabe: ha aparecido para que todo sea mejor.

Y no se le atisba techo. Lo contaba en su silencio esa foto de la portada de L’Equipe. En ella salía Grizi celebrando uno de sus goles en Vigo, con las manos en las orejas. Cuando llegó al Atleti hace dos años, su celebración era otra. Curioso. Entonces, él celebraba los goles con el arquero. El gesto, nacido en Kiko y germinado en Torres, llegó a Macon, su pueblo, a través del televisor. Grizi veía al Liverpool y, después, en la calle, con los amigos, imitaba a El Niño y soñaba con fútbol profesional. Hoy ese fútbol es suyo. Como las celebraciones en el gol. Ya no imitan ninguna, a nadie. Son suyas. Sólo. Puro Grizi. A veces se lleva las manos a las orejas. A veces se chupa un dedo (dedicado a su hija, Mia). A veces bailan sus manos.

En abril, después de aquel cabezazo a la red de Ter Stegen que eliminó al Barça en la Champions, hizo la última, la del baile. La noche de hoy no tendrá el componente a-vida-o-muerte de aquella, pero a Grizi sí le vale en sus cuentas por el Balón de Oro. Hoy puede demostrar porque L’Equipe pide ya el voto para él: Griezmann es al Atleti lo que el agua a Venecia. Ni Messi es tan fundamental.