¿Qué me pasa, doctor?

Si el fútbol fuera una ciencia exacta, el Espanyol —que, matemáticas en mano, tiene mucho mejor plantilla que el curso pasado— ya andaría entre los diez primeros y. tras el clic del jueves ante Osasuna, habría llegado el doble clic contra el Celta para pasar cual informáticos a la pantalla de la ambición. Pero no lo es. El propio Quique Sánchez Flores ha apelado ya varias veces a algo tan lejano a la exactitud y la racionalidad como la “emoción” (la suya con la plantilla, la que los jugadores deben transmitir a la grada, etc) como desencadenante del nuevo proyecto perico. Ni con esas, por ahora.

Sin embargo, existe una ciencia que sí estudia el comportamiento, y ésa es la psicología. El técnico quiere contar con un especialista, para tener más aristas desde la que explicarse ciertos rendimientos, rachas e incluso resultados, como los múltiples goles recibidos en los tramos finales. Una ayuda más, nunca la solución a todos los males. El psicólogo también podría explicar el momento no de la plantilla sino de la afición. Como si de una relación de pareja se tratase, el idilio con Quique pasa por su primer bache, que no crisis, ese momento en que se descubre que todo el mundo tiene imperfecciones. Algo similar sucedió en los inicios de Valverde y miren. Es cuestión de reavivar la pasión cuanto antes.