Ter Stegen que estás en las nubes

Al Barça le faltó calidad y constancia, le faltó incluso el portero. Como si no estuviera, Ter Stegen estaba en las nubes. El cuarto gol que marcó el Celta en un partido memorable (para el Celta, por lo bueno, para el Barça por lo pésimo) fue el resumen de la desastrosa relación de Stegen con la realidad. Lo hizo ante el Athletic, cuando inició estas aventuras, le rieron las gracias y ahora está siempre en el alambre, dejando que su extravagancia parezca un estilo y no lo que es en realidad, una estupidez.

El Barça no perdió tan solo por este riesgo reiterado de su portero, sino porque el equipo se entretuvo especulando cuando empezó el partido; luego se hizo el harakiri dejando que fuera Ter Stegen, precisamente, el último de la defensa; Mathieu se metió un gol, Ter Stegen se metió cuatro. La defensa estuvo vendida, cómplice de esa tendencia a creer que él ha inventado la pólvora como animal de compañía. Ter Stegen preguntó a los periodistas recientemente: “¿Les pongo nerviosos?” Nervioso debe estar él ahora. La tristeza que deja el partido destroza la imagen de una portería que en la tradición del Barcelona es uno de los baluartes del prestigio azulgrana. La delantera se contagió; Luis Suárez fue una caricatura de sí mismo. La fe que puso Piqué y la enorme calidad del solitario Iniesta fueron los únicos argumentos de un equipo para olvidar.