Y el míster abrió su corazón...

No fue una entrevista sino el encuentro de dos amigos íntimos delante de un micrófono. Un matiz muy importante cuando se conoce el poco gusto que tiene el entrenador del Madrid por las grandes charlas en los medios de comunicación. Pero con Christophe Dugarry, su excompañero del Girondins de Burdeos y de la Selección Francesa campeona del mundo en el 98, Zinedine Zidane se sintió en total confianza y abrió su corazón. Hay que decir que los dos profesionales del fútbol se conocieron cuando tenían unos 15 años y que nunca nada les ha separado. Son amigos íntimos, pero son muy diferentes. Por un lado está el travieso y hablador y por otro lado, el tranquilo y tímido… La magia de la vida les ha unido para siempre y fue para mí un privilegio poder asistir a ese intercambio único. Y excepcional. Pensaba saber ya muchísimo sobre mi compatriota después de tantos años siguiéndole, pero ayer he descubierto su parte más sensible.

Es un Zizou agradecido por la oportunidad que se le da de entrenar al Madrid que hemos escuchado durante casi dos horas y reconozco haberme emocionado cuando dijo que, cada mañana cuando llega a Valdebebas, mira con cariño los árboles del centro de entrenamiento y se siente feliz y afortunado de estar aquí. Disfruta de su trabajo de entrenador como lo que es, un madridista en su casa. También se podía observar una luz en sus ojos, y no exagero, cada vez que hablaba de sus jugadores. Les adora, les respeta y cree en ellos más que cualquier persona en este mundo. No sé si Zidane seguirá triunfando en el Madrid, pero les puedo asegurar que el equipo está en muy buenos manos. Las de un hombre apasionado y honesto.