Cristiano lleva 98 goles en competiciones europeas, que se desglosan en 95 en Champions, uno en previa de Champions (con el United) y dos en Supercopa de Europa (ante el Sevilla, en Cardiff). Así que está a dos del ciento, a cinco en Champions. Es razonable esperar que las dos metas, tan parecidas como próximas, están cerca. Por su parte, Messi anda por los 89, de ellos 86 en Champions y tres en Supercopa de Europa. Messi, más joven, ha llegado ahí en 111 partidos, así que su promedio es mejor. Cristiano ha jugado 136. Los dos están en carrera desde muy jóvenes y no sabemos cuándo pararán ni con qué número de goles.

Lo mejor de todo es que veo a ambos renacidos tras un bache. El de Cristiano fue por puro trauma, una lesión en la final de la Eurocopa que le dejó sin pretemporada. Tardó en incorporarse al Madrid y lo hizo curado sólo a medias. Poco a poco, ha recuperado el vigor. Se le vio rápido en sus goles con Portugal (cinco en pocos días, aunque ante rivales menores) y fresco y renovado en el campo del Betis, próximo a su versión más temida, arrancando desde la izquierda para llegar con fuerza. En cuanto a Messi, el descanso ha mitigado sus dolores y reapareció en una forma deslumbrante, marcando pronto y manejando el equipo desde predio.

En carrera por el Balón de Oro una vez más (se han repartido los últimos siete), me parecen ambos un regalo de este tiempo y un brillo especial para la Champions. Sufrí a principio de temporada viéndoles mal. Ahora, otra vez en posesión de su plenitud, están en condiciones de brindarnos de nuevo lo mejor. Messi hace tiempo que modificó su juego, en busca de menos desgaste y más panorama, sin perder influencia en el juego, sino al revés. Cristiano duda en si economizar carreras o no, y mientras recupera trucos de habilidoso que tiempo atrás descartó. En ambos casos, los dolores quedan atrás. Sentémonos y disfrutémoslos.