Sangre vasca que no es azul

Me gustaría que los aficionados del Athletic reflexionasen sobre el caso de Marco Asensio. Su padre dibuja perfectamente la decepción de quien, teniendo un sentimiento al haber nacido en Bizkaia y con su madre y hermanos aquí, recibe el revés de Ibaigane de que su hijo no encaja en la filosofía. Imagino que no sería una mentira piadosa, porque si no se produjo el fichaje por desinterés deportivo, alguno está en el club de sobra. Cuatro millones pagó el Real Madrid por un futbolista que tiene pinta de convertirse en estrella. Si bien el chaval nunca ha ocultado su simpatía por el club blanco, no es menos cierto que tenía en casa a su padre y hermano locos por el Athletic. Visitaron San Mamés, donde ya jugó Marco con el Espanyol el año pasado, y Lezama. Igor estará el domingo en el Bernabéu con el corazón dividido. En fin, una historia que, desde mi óptica, debió haber acabado con el zurdito mágico en Bilbao. Sangre vasca que no es azul.

Si el Athletic actual hiciese las cosas con absoluta pulcritud, me dolería algo menos, aunque tengo claro que lo que corre por las venas siempre debería estar por encima en filosofía con respecto a la formación de jóvenes de otros territorios. No tiene madre un centro trampa en La Rioja mirando a Logroño. Espero que la tendencia no se degrade hasta el punto de traer futbolistas de otras provincias para formarlos en clubes convenidos y obtengan así un salvaconducto. Luego está el caso alucinante del cadete M’baye Barro, que el año pasado jugaba en el Antiguoko y habla euskera. La FIFA no ha dado aún el tránsfer al Athletic.