Renovaciones por si viene la Premier

Florentino ha anunciado renovaciones en esta semana de asamblea con el frenesí con que los políticos inauguran obras inacabadas en las campañas electorales. Se le han quedado sin resolver las dos más sensibles, la de Cristiano, que tiene la pega de la duración, y la de Bale, que tiene la del dinero. Más las de Pepe e Isco, que también están en la cola. Pepe tiene ya una edad, mientras que Isco lo que tiene es una doble dura competencia, James y Asensio, para una plaza, la de media punta, que hoy por hoy no existe en el equipo titular. Este verano le animaron a irse, lo mismo que a James, pero ninguno de los dos quiso.

Pero no es sólo el Madrid. Ni el Barça ni el Atlético tienen asamblea, y ayer se anunciaron las renovaciones de Neymar y Carrasco. Ya se sabe lo que suponen estas renovaciones anticipadas, lejanas al final del contrato: más dinero para el jugador, más duración del contrato y, sobre todo, aumento de la cláusula de rescisión, para proteger el club su propiedad. Anda por ahí suelto el fantasma de la Premier, cuyos clubes manejan cantidades enormes gracias a su contrato televisivo. Tanto tienen que hasta nuestros clubes de mayor rango pueden temer que tienten a sus estrellas. De ahí estas prórrogas, con mejora de sueldo y de cláusula.

LaLiga vive bajo esa amenaza. Esa presión explica muchas decisiones de nuestro fútbol, particularmente la dispersión de horarios para disputar mercados. Nuestros dos grandes clubes gallegos ya han sufrido el mordisco de la Premier: sus dos jugadores bandera del año anterior, Lucas Pérez y Nolito, están allí. No les veremos mañana en el derbi. El Madrid no llegó con Pogba hasta donde sí llegó el United. Así que todas las precauciones son pocas. Estas renovaciones encarecen, pero peor sería ver cómo irían desfilando una tras otra las mejores figuras de nuestro campeonato hacia la Premier, nuestro gran competidor mundial.