Los curas y el deporte

Litus Ballbé fue olímpico en los Juegos de Londres 2012; ahora es cura en Mataró. No es el primer caso. El más famoso por la popularidad del personaje y porque en su día significó un auténtico acontecimiento resultó ser el de Luis Felipe Areta, saltador de triple salto, olímpico en Roma 60, Tokio 64 y México 68, y atleta destacado pues llegó a alcanzar el sexto puesto en unos tiempos en los que subir al podio era algo tan excepcional que hasta entonces España sólo había vuelto con seis medallas en la historia de los Juegos. La relación entre los mundos eclesiástico y deportivo es estrecha en España. Una relación que viene de largo; no en vano la cantera de muchos deportes procede de los centros escolares religiosos, que han venido a sustituir en muchas comunidades la labor de los clubes.

Una de las cunas del hockey, por ejemplo, deporte del que procede Litus, fue el colegio San Pablo, actual Valdeluz, donde Fray Pedro hacía coger un stick a cuantos alumnos pasaban por el centro. Lo mismo puede decirse de la Sagrada Familia con el balonmano o el Estudio con el baloncesto. Incluso equipos de élite actuales tienen su origen en escuelas de ese tipo, como pueda ser el Ademar en la Asobal, club que procede de los Maristas de León. La más reciente implicación de un centro religioso con el deporte lo tenemos en la Universidad Católica de Murcia (UCAM), con equipo de fútbol en Segunda División, de baloncesto en la ACB y hasta con medallistas olímpicos y paralímpicos vistiendo su camiseta. Con Litus, la tradición de los curas de inculcar el deporte a los chavales queda garantizada.