Wenger, Cristiano, Messi y el Balón de Oro

Arsene Wenger se quejó ayer del Balón de Oro, con el mismo argumento de tantos otros, siempre respetable: que el fútbol es un juego colectivo, no individual. Como entrenador que es, le encuentra una pega más: que algunos jugadores piensan demasiado en él, con lo que descuidan el juego colectivo. Y bien, con ser cierto todo ello, el Balón de Oro está ahí desde que se creó la Copa de Europa, ahí sigue y cada vez con más seguimiento. Personalmente me gusta, lo he seguido con especial interés desde que era niño y sentí como una de las mayores satisfacciones en mi carrera que me incorporaran hace tres años al jurado.

Desde luego que el fútbol es un juego colectivo, pero siempre hay uno que es el mejor. Uno al que cogían antes cuando se echaba a pies, uno en tu equipo que no quieres que falte, uno en el otro al que tienes más miedo que a los demás. Y si no hay uno, sino varios, se discute con pasión cuál de ellos es el mejor. Desde el colegio hasta la Selección Nacional. Y eso, la exaltación del talento y del rendimiento individual, es algo tan consustancial al fútbol como el juego colectivo. Seguro que si Wenger juega contra el Barcelona se siente más tranquilo si falta Messi. Porque aun sabiendo que el Barça es un colectivo, hay uno que le da más peligro que el resto.

El Balón de Oro ha ido a más con los años. Tiempo atrás, se aguardaba con discreto interés, se comentaba o discutía los tres días siguientes... y hasta el año que viene. Ahora se discute todo el año, gracias a Cristiano y a Messi, y al Madrid y al Barça, que dividen a la afición de muchísimos países. El lunes pasado, la publicación escalonada de los treinta de la primera lista nos provocó tantas visitas en la web como un Clásico con polémica. Sí, aunque a Wenger y otros cuantos les parezca que el fútbol es ‘sólo’ un juego colectivo, el común de la afición no lo siente así. No sólo gusta, sino apasiona, comentar quién es cada año el mejor.