El mejor equipo del mundo se mira demasiado al espejo

El mejor equipo del mundo. Siendo rigurosos, hasta que no haya un nuevo campeón del Mundial de Clubes de la FIFA el próximo 18 de diciembre en Yokohama, el Barça tiene todo el derecho del mundo a ser considerado “el mejor equipo del mundo”, pues conquistó ese título hace 13 meses en ese mismo escenario. Un título que el equipo blaugrana ha ganado más que nadie, tres veces en los últimos siete años (2009, 2011, 2015). Así pues, la escarapela FIFA que llevarán hasta justo antes de Navidad les acredita como los mejores del planeta.

El elogio debilita. Ante este palmarés, al que se suma la gran cantidad de títulos obtenido en este último año, así como la presencia del mejor jugador del mundo hacen que allá donde vaya, el Barça sea recibido sin discusión como el mejor, elogio que repiten hasta la saciedad todos los entrenadores y jugadores de los equipos que se enfrentan a los catalanes a medio camino entre la admiración y la motivación. El Barcelona, por su parte, da la sensación que se siente cómodo en este papel ganado con justicia, pero que de un tiempo a esta parte acepta los elogios aunque no ejerce sobre el campo las funciones para reafirmar esa condición con la obra futbolística diaria. Parece que el tópico de que el elogio debilita se cumple a pies juntillas en el Barcelona.

Messi y el equipo. El inicio de temporada no ha sido propio del mejor del mundo. A los de Luis Enrique se les apagan los plomos demasiado a menudo durante los partidos y, si bien es cierto que siguen optando a todos los títulos, la sensación de autoridad de un equipo que unánimemente es reconocido como el mejor deja que desear. La diferencia entre la autoridad individual de Messi respecto a la del conjunto es brutal. Leo es el mejor y lo demuestra cada día. Del equipo no puede decirse lo mismo. Un buen ejemplo es lo que pasó el martes en Manchester.

Tiempo y competencia. Puede que todo sea cuestión de tiempo y que entre las lesiones y que Luis Enrique haya diseñado una temporada para estar bien en primavera, me alarme sin motivo. También es cierto que no parece que haya nadie a día de hoy que ejerza una hegemonía incontestable. Pero me sigue quedando la sensación de que el Barça vive días ensimismado ante su reflejo en el espejo.