Depresión post-gol de Messi

Que el fútbol es un estado de ánimo quedó aplastantemente demostrado en la estupenda noche de fútbol del Sánchez Pizjuán. El Sevilla, entusiasta y mandón, zarandeó un buen rato al Barça pero el gol de Messi le paralizó. Se fue al vestuario frustrado y ya nada fue lo mismo después. Se deprimió, perdió el norte y acabó empequeñecido, aceptando la derrota con tristeza porque el partido en la primera parte había ido en otra dirección. El Sevilla ahogó al Barça, le presionó con furia y mezcló con buen gusto el juego de posesión con el de contragolpe. Vitolo dejó lejísimos a Sergi Roberto en el primer gol confirmando su condición de futbolista grande. Latía Nervión, que ya comulga con la idea de Sampaoli. Le ha comprado la idea y se divierte porque la apuesta es audaz y a los valientes se les aplaude.

El Sevilla sí añoró algo más de Nasri. El francés se había echado a la espalda al equipo estos primeros meses de competición. Esta vez se le vio menos y a Franco Vázquez le empiezan a faltar piernas. Ninguno estaba en condición ‘súper’ y eso pesó mucho en el partido. Carriço, jugador capital en anteriores temporadas y líder del vestuario, está fuera de forma. Fue un mal día para no tener a Mercado, rapidísimo y canchero, ideal para jugarse el tipo en el cuerpo a cuerpo con Suárez. Al final, el Sevilla echó el resto. Tiene fe y una historia de goles de última hora que le ayudan. Hubo escaramuzas finales, algún córner y una jugada en la frontera del penalti entre Umtiti y Correa, pero no le alcanzó. En realidad, el Sevilla andaba frustrado desde el gol de Messi. Todo iba tan bien hasta entonces....