Bale es la nueva bandera

Cuando se piensa en Bale, se aprecian sus cualidades como jugador —un futbolista potente, rapidísimo, imparable en los espacios abiertos, con un remate tan exquisito como violento y un juego aéreo que impresiona cada vez más—, pero también se piensa en su ilimitado potencial, todavía no concretado con 27 años, la edad del apogeo futbolístico.

En muchos aspectos, Bale procede del futuro. Por lo que se refiere a las condiciones atléticas, Bale es al fútbol lo que LeBron James al baloncesto, aunque se sabe que James (31 años) explota el 100% de sus habilidades desde hace muchos años, casi desde que llegó a la NBA con 18. No hay muchos deportistas tan dominantes como Bale, LeBron James o Usain Bolt, capaces de imponerse a sus rivales con una facilidad insultante, gracias a unos portentosos recursos físicos.

Cristiano Ronaldo también ha sido un futbolista con un motor extraordinario, pero no de la misma magnitud que el de Gareth Bale. Cristiano es sobre todo ambición, voracidad, deseo desmedido de llegar a la cima de goles, de reconocimiento, de dinero, de fama. Nunca ha habido dudas sobre unas capacidades que ha exprimido como un limón desde el principio de su carrera.

Bale es otra cosa. En términos estrictamente atléticos no tiene nada que envidiar a Cristiano. Al contrario, el delantero portugués ha impresionado siempre por su exuberancia, pero Bale es más rápido, más potente, igual o mejor saltador y probablemente más poderoso en el remate. Sin embargo, ha tardado mucho más en relacionar su ilimitado potencial con su rendimiento futbolístico. Esta distancia no se ha cerrado aún. Es fácil adivinar un considerable margen de mejora en Bale, a pesar de sus constantes progresos.

No hay duda de que Bale le ha venido bien al Real Madrid, pero también es cierto que el Madrid le ha ido de perlas al jugador galés. Ni por números, ni por ambición, se le puede comparar a Cristiano. Sin embargo, cada vez está más cerca de erigirse en el delantero bandera del equipo. Es muy probable que ya lo sea. Ahora mismo Bale parece mejor garantía que Cristiano por goles, versatilidad y recursos. Y hasta transmite la confianza que muchas veces no se le observaba en temporadas anteriores. Es un futbolista creciente.

El Madrid ha sido en los últimos años el equipo de Cristiano Ronaldo. Por primera vez, no existe esa certeza. Aunque el portugués se esfuerza, quizá con una desesperación debilitante, en mantener la supremacía en el equipo, cada vez es más evidente que el impacto actual de Bale es mayor y más natural.

En el partido frente al Leganés, se produjo un hecho relevante: Bale le mostró con inteligencia a Cristiano el camino para resolver los problemas del partido. Mientras Cristiano se empeñaba en perseguir pases frontales al área, Bale apareció por el centro, desde la media punta, para romper la línea defensiva, recoger un pase diagonal y superar en el mano a mano al portero. Hubo mucha pedagogía en esa jugada.

El Real Madrid, y las características de la liga más versátil de Europa en el capítulo táctico, han ayudado al progreso de Bale, cuyas formidables cualidades atléticas no estaban completadas por las sutilezas futbolísticas. Era un futbolista que se relacionaba casi exclusivamente con el gol. Lo demás le resultaba accesorio, o no lo entendía. Aunque el gol todavía es su rasgo más destacado, no se puede hablar ya de Bale como un jugador unidimensional. Después de tres años comienza a explorar territorios más complejos, los que se asocian con los pequeños secretos del juego, seguramente menos conocidos para Bale por su origen en el fútbol británico, donde la sutileza no figura entre sus principales características.