Un hombre del deporte para el CSD

Íñigo Méndez de Vigo es licenciado en Derecho, y habla inglés, francés y alemán. Pertenece al PP desde 1989 y es un europeista convencido. De trato exquisito, es buen negociador y experto en apagar fuegos a base de alianzas. Valga esta carta de presentación del ministro de Educación, Cultura y Deportes para hacernos una idea del perfil de quien tiene que nombrar a quien dirija el deporte español en esta legislatura como presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), con rango de secretario de Estado. Méndez de Vigo ejerce como ministro de Educación y Cultura; como ministro de Deportes, menos, porque le gusta lo justo y entiende poco. Busca, por tanto, una persona afín a él, pero que le deje bien, no le comprometa y le arregle los problemas sin estridencias.

Parece que ya la tiene. De cuantos candidatos aparecen estos días, Pablo Salazar reúne muchos de los requisitos que busca el ministro. Es licenciado en Derecho, habla francés, milita en el PP, tiene experiencia en el deporte como director de Juventud y Deportes de la Comunidad de Madrid y se caracteriza por su talante conciliador. Mantiene, además, una buena relación con Alejandro Blanco, presidente del COE, lo que ayudaría a poner fin a las tensas relaciones con el CSD. Por su cargo, es asiduo a los palcos de las competiciones madrileñas, está bien informado y conoce los problemas que arrastra el deporte, el de la ACB por ejemplo, por cuyo caso se ha interesado el propio ministro. Su gran ventaja es que no partiría de cero y, como hombre del deporte, su elección no tendría tintes políticos.