La música triste del último derbi

Quién recordará, dentro de unos años, que bajo los dos obeliscos de la Glorieta de Pirámides hacían la penúltima parada antes del campo los últimos románticos. Del Metropolitano al menos quedó una estación de Metro. Un nombre que susurra que hubo. Del Calderón no. Ni eso. Quizá en 30 años haya quien pase por aquí y no sepa que en los días de fútbol uno soñaba muy alto. Qué ciegos.

Pero es que entonces ya no estará de fondo la visera desdentada del Calderón. Sus cristales azules. Su mármol rosa. El templo, final de todos los caminos. En unos meses desaparecerá con la grúa, los partidos se irán sumando en La Peineta y la memoria irá dejando atrás el Calderón, aunque duela imaginarlo. También este estadio era una caja vacía al mirarlo desde el Metropolitano y ahora..., ahora cuesta pensar que sólo le quedan trece tardes de Liga. Trece. Maldita cuenta regresiva que contigo te llevas tanto.

Del partido de ayer puedes hacer lo que quieras con el hat-trick de Cristiano, pero deja la reacción del Atleti tras el descanso. Y la energía del Cholo en el banco, ese hombre que volvió hace cinco años para ensanchar este escudo. Lástima que no pudiera regalarle al Calderón una victoria en este último derbi de Liga. Hubiera sido inolvidable. Como el legado de Luis, Kiko y sus flechas, Gárate o Adelardo. Eterno. Y eso no hay grúa capaz de arrancarlo del lugar en que está: muchos corazones son percha. Los de los últimos románticos. Y ya esperan al Madrid por La Peineta...