Un empate consigo mismo

Estamos tan acostumbrados a que el Barça sea el Barça 2.0 de Guardiola (o el Barça 2.6 de Xavi y Puyol) que no nos acostumbramos a este equipo menor que aún es peor que el Barça de Martino. ¿La culpa? El entusiasmo juega al fútbol, pero últimamente no se alinea en el equipo azulgrana. Está en un vestuario oscuro, avergonzado de sí mismo, como si el espejo se hubiera roto. Anoche ese equipo triste y sustitutivo empató consigo mismo, y pudo haber perdido aunque hubiera jugado con el (buen) equipo de mi pueblo si se hubiera enfrentado al Puerto Cruz de sus peores momentos.

E l Barça no compite, se defiende; se repliega como si lo atacara un león y hace gestos de gato ante el área contraria. Si no fuera porque no me creo que el equipo esté tan desposeído de alegría pensaría que hasta los suplentes simulan para que el Madrid salga el sábado confiando en que el Barça 2.0 (o el Barça 2.6) ya no existe, para así asestarle un golpe certero. Ilusiones de aficionado. A ver qué pasa con este desmadre.