No mola ser segundos

Decepción. Nada más acabar el partido, muchos de mis amigos fieles a la causa vikinga me recordaron que gracias a este 2-2 inesperado tendremos el lunes un sorteo más amable. Pues lo siento por ellos pero no me consoló ni un milímetro. Ser del Madrid te obliga a ser siempre primero. Hasta en la cola del autobús. Aceptar como algo bueno ser segundo es ser como los velocistas norteamericanos, que asumen de antemano en las finales olímpicas que van a luchar por la plata ante su impotencia para batir a Usain Bolt. Pero es que el Madrid debe ser siempre Bolt. Por eso me da rabia y me sabe mal este empate postrero. El Borussia ya nos lo hizo en Dortmund. Guión calcado. El Madrid por delante en el marcador y empate final tras un despiste defensivo. Esta vez fue por una jugada desafortunada de Marcelo, que en ataque es un verso suelto maravilloso, pero que a la hora de replegar sufre lo suyo. Aubameyang me recordó a Etoo en aquel partido histórico con el Mallorca en el Bernabéu (los bermellones nos golearon). Cada vez que Etoo metía un gol se reivindicaba junto al banderín de córner: “Apuesten por mí. Yo los quiero meter aquí con la camiseta blanca”. No le hicieron caso y así nos fue. Revancha total en el Camp Nou y artífice de dos Champions culés que la historia quería atribuirle a Ronaldinho (la de París) y a Messi (la de Roma). Aubameyang ha presentado su candidatura para fichar por ‘su’ Madrid vía futbolística (lleva 19 goles en 19 partidos este curso) y vía familiar (su madre, como hizo la de Cristiano en su día, quiere que el chico vea cumplido el deseo de su difunto abuelo: “Sueño con verle jugar en el Madrid”). Con 2-0, el equipo se durmió y rugió el nuevo machete afilado de Camacho en Gabón. ¡Gran pareja!

Un lindo gatito. Eso decía Mourinho de él y parecía que Karim estaba resignado a continuar con esa etiqueta asociada a la indolencia. Pero Benzema, como buen felino, ha demostrado tener siete vidas como los gatos. Cuando parecía en el ojo del huracán, se puso las pilas y aprovechó dos golosinas de Carvajal y James para firmar dos goles estupendos, de nueve puro. Así llega a los 50 en Champions (38 de blanco). Y supera a la leyenda Di Stéfano, que se quedó en 49, aunque con un promedio muy superior al francés (0,84 a 0,56). Lo importante es que Benzema se reconcilió con el Bernabéu y celebró sus goles con rabia y tocándose el escudo. Así sí, Karim.

Cristiano, gafado. Está encallado en el gol 98 en Europa y me duele por él. Lo busca, lo intenta, dio dos asistencias magistrales a Karim y a James, que ambos desperdiciaron, y envió un tiro al poste que hubiese cerrado el triunfo y el primer puesto del grupo. Pero no le salió. Comparto su malestar contra ese Tendido del 7 que le pitó por una pérdida de balón. Pitar a Cristiano es como si un hijo pita a su madre si un día esta se duerme por no oír el despertador y llega tarde al cole. Un respeto al portugués, señores.

El sorteo. Pese al disgustillo, los aficionados me dicen que quizás nos toque mejor rival en octavos. Así me consuelan Chuchy de Arnedo, Garci de Santo Domingo de la Calzada, Eduardo de Rincón de Soto, Carlos ‘El Chifona’ de Azagra, Jesús Gurría de Alfaro, José Antonio de la cafetería Ris de Miranda de Ebro, doña María de Campoclaro de Tarragona (la más vikinga de Cataluña), El Oliva de Benacua, Talleres Pedraza de Muchamiel y las peñas de El Prat, El Morell y Raúl ‘El Cartero’ de Andorra (Teruel). ¡Vivan los octavos!