La sexta tendrá que esperar

Dice el refrán, tan usado en Sevilla, que las mañanitas de niebla preceden a tarde de paseo. En Lyon no se cumplió, puesto que la niebla no levantó en todo el día. En el paseo matinal algún sevillista comentaba que el Sevilla no tenía nada que perder por la noche. Si pasaba a octavos, bien, y si no, la sexta Europa League estaría de camino. De momento, el preciado paragüero, el Santo Grial sevillista, tendrá nuevo custodio esta temporada, pero los de Nervión se codearán en febrero con la élite europea, a la que anhelaba regresar y en la que aspira a quedarse. Del Parc Olympique se marchó el Sevilla helado, con el frío metido en los huesos, pero con unos rostros sonrientes que lo calentaban todo en el regreso.

Y eso que el partido se presentaba como un combate de gladiadores sobre la arena de la que fue capital de la Galia durante el imperio romano. Desde el comienzo del partido, en cuyos prolegómenos tres hinchas, por llamarlos suavemente, coordinaron los cánticos para recibir al equipo, hasta un final donde la afición local despidió con insultos a Sergio Rico. No hubo que acordarse de penaltis fallados en partidos anteriores ni de los no señalados en el de ayer ante este Lyon. Tampoco habrá que acordarse del palo de Vitolo y sí besar el larguero de Rico.