Respeto por el infierno de San Paolo

Nada de perita en dulce, nada de joyita (que diría Luis Enrique). El Nápoles era el segundo equipo más fuerte que podía tocarle al Madrid en el bombo, sólo superado por la Juventus. Son italianos, algo que ya en el Bernabéu causa inquietud. Al Madrid no le se le han dado bien en los últimos tiempos los rivales italianos y conviene tomarse esta eliminatoria con prudencia y humildad. El reencuentro con Albiol y Callejón también añade un punto morboso a la eliminatoria, dado que son dos futbolistas que dejaron buen recuerdo aquí por su disciplina y seriedad. No me ha sorprendido que en San Paolo hayan hecho parada y fonda y sean muy queridos por los tiffosi. Es cierto que la marcha de Higuaín será un alivio, dado que con el Pipita el Nápoles habría sido un enemigo más fiero todavía. Pero entre Mertens, Insigne, Hamsik y el propio Callejón tienen un equipo muy rápido, que entra por las bandas como balas y que cuentan con el hambre de no tener nada que perder.

Lo del infierno de San Paolo para la vuelta preocupa pero basta tirar de hemeroteca para no volvernos locos. Jamás olvidaré aquel gol de Butragueño a Garella (a pase de Hugo Sánchez), que está en el imaginario de todos los madridistas. Maradona y Careca se quedaron callados, sin respuestas. El Infierno de San Paolo se apagó con un chispazo de ese genio pecoso y rubio que ayer sonreía cuando vio aparecer la bola del Nápoles. Tampoco olvido el partido a puerta cerrada del 87. Yo estuve allí. Sólo éramos 240 personas. Por suerte, esta vez el Bernabéu estará a reventar. Una fiesta del fútbol. Serán dos partidazos. Pero nada de confianzas. Humildad y respeto por un rival que dará mucha guerra. Escrito queda.