La magia única del Sánchez Pizjuán

El 'dicen que nunca se rinde' se quedó hasta corto esta vez. Donde no había oxígeno, donde no había piernas, al Sevilla le volvió a alcanzar el corazón para levantarse del tremendo mazazo del 0-1. Estando el partido como estaba jugándose, casi al milímetro, lo normal era que el Sevilla saltase en mil pedazos.

Lo que ocurrió en el último cuarto de hora tuvo mucho que ver con los cambios de Sampaoli: Sarabia fue un martillo pilón en la banda derecha y Jovetic un jugador indesacifrable entre líneas para el Madrid. Tuvo que ver con la pausa de Vitolo y Nasri y el despliegue estratosférico de Nzonzi, jugador al que hace un año Emery tuvo que echar de un entrenamiento y que pidió irse, pero que se supo reconducir gracias al vasco. Pero sobre todo tuvo que ver con la magia única del Sánchez Pizjuán. El Sevilla es el equipo de los imposibles. Quién sabe si el equipo de la Liga.