Venganza del aspirante

Fiesta. El Sevilla sueña, porque nunca se rinde por mucho que el Real Madrid se creyera que así iba a ser. Se avisó el jueves y se confirmó anoche, con Sergio Ramos como protagonista las dos veces. Todo el que se tomó como una afrenta su penalti se relamía pasadas las 22:40, porque la venganza es dulce y en el fútbol más. Y si la herida estaba reciente... Desde la lona se levantaron los de Sampaoli para que esta semana no se hable de insultos, actuaciones arbitrales e historias varias. Porque hay que hablar de que el Sevilla es firme candidato al título.

Previa. Los prolegómenos del partido transcurrieron sin ningún tipo de incidente. Todo lo contrario. Con un dispositivo policial menor al no haber sido declarado de alto riesgo el encuentro, el Real Madrid abandonó su hotel despedido por un centenar de aficionados y llegó al estadio casi en soledad. El motivo no era otro que en esos mismos instantes el Sevilla partía de su hotel atravesando una nube de bengalas, banderas e hinchas que cantaban sin cesar al autobús del equipo.

Inicio. Ya en el calentamiento recibió los primeros insultos Ramos, a los que sucedieron cánticos en favor de Rakitic y Alves, los dos ejemplos de jugadores que puso el camero que son bien recibidos en Nervión pese a haberse marchado y no ser sevillistas como él. Tras el himno a capela, llegó una sonora pitada con pañuelos en la grada. Y después, más insultos a Ramos que esta vez sí fueron realizados por todo el estadio, al igual que los cánticos contra Tebas. Durante la primera mitad, Ramos fue pitado por todo el estadio cuando tocó la pelota e insultado desde la zona de gol norte.

Capitán. Nervión quería hacerle ver a Ramos que no lo considera de los suyos y optó por jalear a ‘iguales’ del camero. El mejor ejemplo fue una acción en la que Nzonzi entró con fuerza a Modric, dejando al croata en el suelo. El francés se quedó con él pero el Madrid acabó la jugada con un disparo de Cristiano. Con el balón en poder del Sevilla, los madridistas pidieron que se tirara el balón a la banda para atender al croata, algo que Iborra, capitán sevillista, negó levantando los brazos y continuando la jugada. Y la grada, claro, entonó el nombre del valenciano.

Penalti. La afición sevillista estalló con el penalti a Sergio Rico. Mitad porque la rapidez de la jugada invita, como mínimo, a dudar, mitad porque fue el tercero en tres partidos seguidos contra el Real Madrid. El infierno pareció congelarse con la transformación de Cristiano pero...

Estallido. ...Pero el Sevilla nunca se rinde y el destino, la suerte, la justicia o aquello en lo que crea su entregada parroquia, le debía una. Y se la debía con dosis de venganza guasona, puesto que con un gol de Ramos en propia puerta empezó todo. El estadio no lo apreció pero tras el partido las bromas ya circulaban por los aledaños. Y Jovetic, otro conejo de la chistera de Monchi que ya tiene en el bolsillo, y con razón, a Nervión entero, dio la puntilla. Que el Sevilla le haya ganado en su feudo tres veces en las últimas cuatro temporada habla bien a las claras de que el Sevilla no le baila el agua a los grandes. Y si hace falta, les paga con su misma medicina. No siempre iban a ser los descuentos favorables para el Real Madrid y la casi olvidada Supercopa de Europa ya tiene sus cuentas saldadas. Hay Liga. Y es gracias a la fe del Sevilla, que nadie lo pase por alto.