Un gesto fabuloso del Barça al que le falta una foto para la historia

Feliz cumpleaños. El pasado miércoles, Patrice Soussia cumplió 18 años. Nacido en Camerún, ingresó en el fútbol base del Barcelona hace cinco. Llegó solo a Catalunya dejando a sus padres y hermanos en África. Se incorporó al fútbol base blaugrana ocupando la habitación 214 del Centre de Formació Oriol Tort (la nueva Masia) compartiéndola con Monchu Rodríguez y Bobby Adekanye. Mientras jugaba en la cantera del Barcelona se incorporó a las clases del colegio León XIII, que es el centro al que acuden los jugadores del Barça en edad escolar. Todo parecía perfecto. Patrice estaba viviendo un sueño.

Se rompe el sueño. Pero el Barça no hizo bien las cosas en la gestión de las fichas de sus menores y recibió una dura sanción de la FIFA. La parte mediática de esa sanción afectó al primer equipo, que no pudo incorporar profesionales durante dos ventanas de mercado, pero el gran drama afectó a jugadores como Soussia, que debieron de dejar de competir. A principios de abril de 2014 le comunicaron que ya no podía jugar con sus compañeros. Siguió entrenándose y viviendo en la residencia de jugadores, hasta que le llegó el gran varapalo.

El ensañamiento. En agosto del 2015 la FIFA obligó al Barcelona a expulsar a Soussia de La Masia y a cortar toda relación con él. A 4.000 kilómetros de su casa y con 16 años, Patrice no podía seguir viviendo junto a sus compañeros ni entrenarse con ellos. Lo único que podía seguir haciendo, era seguir acudiendo al mismo colegio.

El gran gesto. Sin sitio a donde ir, apareció un compañero de equipo. Àlex Collado, su mejor amigo en el cadete, le comentó la situación a sus padres y Patrice se fue a vivir con la familia Collado. Vivió con ellos, y se fue de vacaciones con los Collado, que le trataron como a uno más de la familia mientras buscaba un sitio donde vivir. Acabó en la Residencia Blume mientras buscaba equipo y los fines de semana acudía a Sant Joan Despí a ver los partidos de los que fueron sus compañeros.

Vuelve al fútbol. Gracias al hermano de Àlex, Jonathan, logró entrenarse, que no jugar con El Prat, donde pudo volver a sentirse futbolista y lograr que fuera más llevadera esa travesía del desierto que acabó el miércoles cuando cumplió 18 años. Como regalo, pudo volver a cruzar las puertas de La Masia, ocupar su habitación que el Barça le guardó y volver a entrenarse con sus compañeros en el juvenil B. Lástima que a esa entrada le faltara una foto que certificase el regreso.