Rompehielos Casemiro

Mejor que Makelele. Sir Ernest Shackleton fracasó en su intentó de cruzar la Antártida en 1914, al frente del buque rompehielos Endurance. Pero el explorador irlandés, en vez de rendirse y aceptar una muerte segura de toda su tripulación y sus perros tras encallar, luchó durante dos largos años para sobrevivir con unas técnicas de liderazgo y de sacrificio que incluso son utilizadas como ejemplo en algunas empresas para formar ejecutivos que resistan al estrés y las adversidades. El Shackleton del fútbol moderno se llama Carlos Henrique Casemiro. Un mediocentro rocoso, expeditivo, dotado de un don especial para ubicarse donde va a pasar el esférico, capaz de cambiar el juego con lanzamiento largos muy precisos, obstinado, intimidador, firme, sobrio y, desde anoche, poseedor de una pegada descomunal que será recordada durante tiempo. Su golazo, el 3-1, puede valer un billete para los cuartos de final. Esa volea brutal desde la frontal estuvo llena de osadía, atrevimiento y convicción. Le pegó así porque creía en un destino feliz. Case personifica el premio al afán de superación. Cuando llegó al Castilla por 5,5 millones de euros sólo él creía de verdad en sus posibilidades. Ahora es el único jugador insustituible del equipo. Makelele fue clave en el Madrid de los Galácticos. Casemiro lo es en este Madrid que tiene en su mano avanzar de ronda ante un panorama que parece despejado...

Napolitanos. Valoro mucho al equipo de Arrigo Sarri. Pese a la marcha de Higuaín a la Juve, juega como un acordeón. Tanto en defensa como en ataque. Callejón es un demonio por la derecha, Insigne un dolor de muelas y Mertens una amenaza constante. Insigne, napolitano de cuna y corazón, casi nos rompe la mandíbula con un gol de muchos quilates. Cierto que Keylor estaba mal colocado, pero fue una genialidad del italiano. El Madrid respondió con fútbol. Sin alterarse. Benzema se puso en modo Champions (Karim, ¿por qué no juegas así todo el año?) y Carvajal y Cristiano se aliaron con su inspiración para ir perforando los dominios de un espléndido Pepe Reina. El lateral (¡qué bueno que volviste!) fabricó el primero con un pase piccasiano. El segundo fue una jugada de crack de Cristiano, que apuró la línea de fondo como en sus buenos tiempos. Cris, tus goles ya llegarán cuando los títulos asomen...

Efecto Maradona. No toquemos la corneta de la victoria hasta el 7 de marzo. San Paolo vivirá una fiesta con la llegada de ese Real al que admiran con veneración desde que hace 30 años el gran Butragueño batiese a Garella cortando la alas del mejor Maradona de siempre. La afición merengue cree en este Madrid, como me recuerdan Pepe Moreno de Vélez, la Peña de Espera (Cádiz) y Juani, la brava enfermera del hospital de Valdemoro que ayer ‘debutó’ en el Bernabéu. ¡Hala Madrid!