La gestión de la abundancia

Media temporada de buenos resultados y muchas lesiones colocaron a Zidane en la obligación de medir la naturaleza de la plantilla y el ingenio de los jugadores. Son situaciones peliagudas en todos los equipos, y más en equipos como el Real Madrid, exigidos al máximo en cada partido. No se puede permitir semanas tontas, ni conceder derrotas. Perdió dos partidos en enero (frente al Sevilla en la Liga y con el Celta en la Copa) y casi se declara la crisis. De un plumazo se olvidó el invicto en 40 partidos, la Copa de Europa y el Mundial de Clubes. Así es el Madrid y ése es el mérito de Zidane como conductor. Ha encontrado soluciones en la dificultad. Ahora tiene sano a todo el mundo.

Faltan por recuperarse Danilo y Coentrao, dos jugadores que apenas entran en las preocupaciones de los aficionados. Al portugués no se le espera. Y del brasileño se espera mucho más.

El regreso de Gareth Bale completa el saludable paisaje de un equipo que rara vez ha utilizado la alineación fetén. El 99% de los hinchas dirían que la preferida de Zidane es: Keylor, Carvajal, Varane, Sergio Ramos, Marcelo, Modric, Casemiro, Kroos, Bale, Benzema y Cristiano. Pocas veces un entrenador ha tenido tan claras las cosas y, sin embargo, pocas veces un entrenador del Real Madrid ha utilizado más jugadores. Con un rendimiento impecable, por cierto.

La temporada comenzó sin Keylor, Benzema y Cristiano. En su lugar aparecieron, Casilla, Morata y Asensio. Desde entonces se sucedieron las lesiones. Keylor, Carvajal, Danilo, Ramos, Pepe, Marcelo, Modric, Kovacic, Casemiro, Kroos, Bale, Cristiano y Benzema han atravesado por periodos de baja superiores a un mes. La densidad de lesionados, que ha afectado a todas las líneas, podía convertir la gestión de la plantilla en un infierno. Para un entrenador novato, Zidane acaba de cumplir su primer año como entrenador, el examen tenía miga. En este aspecto, el éxito de Zidane no se discute.

Excepto Danilo, ningún jugador está bajo sospecha. Todos funcionan, y en muchos casos por encima de las previsiones. El partido con el Espanyol reprodujo varios capítulos anteriores: muchas novedades y una amplia presencia de jugadores jóvenes, la mayoría procedentes de la cantera. Casilla, Carvajal, Nacho, Lucas Vázquez y Morata son algo más que jugadores. Señalan la importancia de la identidad y del compromiso forjado fuera del mercado. Zidane ha sido inteligente y sensible con esta realidad, tantas veces desmentida por técnicos anteriores y por el propio club.

Cualquiera de las versiones que ha configurado Zidane, ha funcionado. En una temporada sembrada de dificultades, el técnico se ha movido con patines, como en su época de jugador. Lejos de considerar que cada problema era un obstáculo, Zidane ha utilizado cada obstáculo para evitar problemas. El Real Madrid encabeza la clasificación y los jugadores están satisfechos. Hacía años, probablemente lustros, que el Bernabéu no está tan tranquilo y confiado. No se adivina ni un rastro de tensión. Detrás de este apacible panorama se adivina la mano de Zidane, tanto en el capítulo estrictamente deportivo como en su habilidad para trasladar sus mensajes al exterior.

A Zidane se le viene un problema de otra clase. Después de administrar medio año de lesiones, ahora le toca gestionar la abundancia. Volvió Bale y ya están todos sanos. Lo que en algún momento podían interpretarse como decisiones obligadas por las bajas, ahora corresponderán exclusivamente a elecciones de Zidane. Los precedentes invitan a no dudar de su astucia.