La Liga revive y el Valencia también

Cuando De Burgos Bengoechea pitó el final las cámaras enfocaron al palco, donde Layhoon palmoteaba feliz, con una sonrisa que contrastaba con la expresión de fastidio de Fernández de Blas, vicepresidente blanco. No era para menos. Ganarle al Madrid no es cualquier cosa. En un curso tan turbulento, con tantos malestares, una victoria así suena a reconciliación. El Valencia ganó el partido a ley, con una salida feliz en la que lo hizo todo bien: la espera, el tránsito rápido, la llegada, el remate... luego, a medida que el partido le fue pesando y las lesiones le mermaban, resistió a base de coraje y atención la avalancha siempre impresionante de un Madrid desatado.

Algunos que llegaron tarde por culpa del horario extraño, se lo perdieron. Los que llegaron a tiempo, se frotaban los ojos: en diez minutos, el Valencia ganaba dos a cero, goles de sus fichajes de enero, Zaza y Orellana. Goles excelentes, sobre todo el primero, una perla de Zaza, delantero de estampa, inteligencia y peligro. El Valencia se movía con el empaque de los grandes equipos europeos. Sujetaba al Madrid, salía con inteligencia. Mestalla disfrutaba. Pero del Madrid nadie se puede fiar. Muy cerca del descanso, un error de Orellana en la salida provoca un centro de Marcelo a la cabeza de Cristiano, que remata a gol. 1-2.

El Madrid quería este partido. Se notaba. Pero el Valencia no es que lo quisiera, es que lo necesitaba. Así que se dispuso a aguantar. El Madrid se le volcó con todo. Se hizo dueño del campo y el balón, buscó por el centro, por los lados, por arriba, por abajo. Fue media hora tremenda, luego una pausa y finalmente una tormenta tremenda. Rara vez pudo pasar el Valencia el medio campo, aunque sí llegó a forzar en una de ellas un penalti de Carvajal a Zaza, que se fue al limbo. Pero el partido estuvo en el otro área, donde un Valencia agotado, acalambrado pero heroico, ganó la orilla ante un Madrid tremendo. La Liga revive y el Valencia también