Voro hurgó en la presión de Modric y Casemiro y en las idas de Marcelo

La tarde del miércoles para el Valencia fue perfecta. El equipo se reconcilió con Mestalla y cada futbolistas consigo mismo. Actitud y aptitud en mayúsculas, superior a la de su rival, del que se esperaba por Valencia que actuara con más voracidad, y lectura de partido de nota la de Voro y sus jugadores. Porque el Valencia tenía un plan, pero también unas pautas para hacerle daño al Madrid de Zidane en caso de que el guión fuera otro.

Los de Voro se vieron casi obligados a descartar su plan inicial, que era hacer suyo el balón. El Madrid salió con intención de mandar en el partido y acumuló hombres en la parte del campo de Diego Alves. Pero ese mapa también lo tenía estudiado el cuerpo técnico che, que había visionado los encuentros del Madrid contra el Sevilla, Celta y el de Champions contra el Nápoles.

En Mestalla decidió la eficacia de Zaza y Orellana, pero también el análisis del rival de Voro. La ejecución de los contragolpes, más allá del error de Varane, no fue casual. Los che tenían orden de, tras recuperación, llevar rápido el balón a una banda para superar la presión de Modric y Casemiro. Y a ser posible, como así fue, buscando la espalda de Marcelo, que actuaba de extremo.

Tras el 2-0, el balón fue del Madrid (72%). Pero la sensación es que los de Zidane se obcecaron en dar centros laterales, que repelían Garay y Mangala. Ellos rechazaron 30 de 36. De hecho, solo uno acabó en remate: el del gol de Cristiano. Además, una cosa sorprendió en Mestalla: Bale, del que se temía que pudiera romper a Siqueira (mermado físicamente), jugó más minutos por la banda de Cancelo, quién a velocidad le aguantó el tipo.