Con diez rugió el Madrid

Sin cabeza. Nada más llegar al Bernabéu, repasé el boletín oficial que el club elabora para los medios de comunicación antes de los partidos jugados en casa. En las páginas 6 y 7 aparecía una entrevista a Bale. El titular parecía una declaración de intenciones del galés: “Estoy feliz de poder ayudar al equipo en el momento más importante de la temporada”. Pues va a ser que no. Seguro que lo dijo convencido, pero su comportamiento nada más empezar la segunda parte es digno de estudio. Se autoexpulsó. Literalmente. Patada destemplada a Jonathan Viera y, con el árbitro de testigo privilegiado, empujón absurdo que le envió a la ducha. Doce horas antes, le había leído a Bale en su cuenta de Twitter el anuncio de la próxima apertura en primavera de su nuevo Sports-Bar & Grill, Elevens, en Cardiff, su tierra natal. Me parece bien que invierta para asegurar el futuro de los suyos. Pero si un día de partido en el que el Madrid se está jugando la Liga estamos poniendo mensajes de futuros restaurantes y no de “Vamos madridistas, hoy a llenar el Bernabéu para ganar a Las Palmas”, es que estamos en Babilonia. Un jugador debe dejarse la vida por el Madrid desde que se levanta hasta que se acuesta. Gareth reflexionará y seguro que habrá comprobado su error. Dejar al equipo con diez con todo el segundo tiempo por delante fue una temeridad. Que no se repita.

Indigestión. Zidane tomó nota de lo ocurrido en el antiguo Madrigal y en la hora de los aperitivos (el once titular) puso por delante el segundo plato (Isco) y el postre (Morata). Un premio lógico para administrar emocionalmente la falta de minutos de dos jugadores que piden a gritos más protagonismo. Pero Las Palmas es mal enemigo para experimentar con rotaciones y reparto de egos. Setién maneja con sabiduría un grupo con mucha identidad (canarios a tutiplén) y gente con oficio. Ese Roque Mesa parece un galán de los años 50 (bigote mítico), pero juega como un volante del siglo XXIII. Boateng es un príncipe, por estampa, y un peligro constante. Y Jesé es de nuevo ese pequeño genio que en Valdebebas iluminaba el Alfredo Di Stéfano con sus jugadas de crack. Por eso los reyes del ‘Pío Pío’ no se alteraron con el gol inicial de Isco. Un minuto después Tana ya había avisado de lo que le esperaba a la parroquia merengue. Partidazo.

El Real Madrid marca en 45 partidos seguidos

El récord. No es noche para detenerse en registros numéricos, pero el gol de Isco permite derribar un récord de los años 40, cuando mi padre todavía jugaba al fútbol con pelotas de trapo y el patinete suplía a las tabletas y la PlayStation. Tres cuartos de siglo después, el Barça pierde su corona y el Madrid pasa a ser el primer equipo español capaz de marcar durante 45 partidos seguidos. Que nos quiten lo bailao...

Arrebato. El himno del Sevilla es único, pero el título podría apoderárselo este Madrid empeñado en escalar ochomiles en cada partido que juega. Con 1-3 y veinte minutos por delante, a Morata le anularon ¡su tercer gol!, que esta vez era legal porque venía de una posición correcta de Cristiano. Dio igual. En los últimos cinco minutos emergió la figura del Balón de Oro y The Best para meter dos goles que pusieron patas arriba el Bernabéu. Faltó tiempo para el 4-3. Pero bien mirado, salvamos un punto. Y puede ser de oro. Ganando el partido aplazado en Vigo sacaríamos dos puntos al Barça. Y tumbando aquí a culés, atléticos y sevillistas la Liga será blanca. ¡Pero qué manera de sufrir!