Luis Enrique, en cama separada

De la decisión tomada por Luis Enrique, esperada pero a deshora, importa todo menos Luis Enrique. Qué crueldad con lo que ha conseguido. Hay reconocimiento a su labor y honestidad, y debate por el momento en el que ha dado el paso, pero aquí lo que aprietan son las urgencias. Al culé lo que le inquieta a estas horas es quién puede sucederle y, sobre todo, qué efecto va a tener su marcha a corto plazo en la plantilla. En la cabeza del personal sólo está el PSG. Por eso se estudia cualquier incidencia que perturbe el día a día. Al madridista, preocupado por el cambio de tendencia, le sucede algo similar. Analiza hasta hacia dónde sopla el viento. Anda obsesionado en buscar síntomas que confirmen que este plante del técnico enfriará definitivamente la fe en una remontada europea. Ver caer al Barça sabría como un título para el rival, pero una proeza improbable desempolvaría todos sus miedos.

Quien haya convivido en un vestuario sabrá que la marcha de un entrenador activa; siempre y cuando en cuestión de días llegue el sustituto. Los fijos quieren seguir conservando su estatus y los suplentes por fin ven luz al final del túnel. Sin embargo, esta situación es diferente por inusual. Imaginen una vida en pareja. Si uno de los dos decide romper abruptamente y marcharse, al que se queda plantado únicamente le queda como solución a corto plazo hundirse o lanzarse en tromba a la noche, que es como buscar a pecho descubierto una remontada. Pero cuidado si quien acaba con la relación decide seguir compartiendo piso como amigos...

No es sencillo ver entrar en casa a otros ligues, compaginar los roces por ver quién limpia o quién hace la compra y disimular buen rollo en una comida familiar por el cumpleaños de la suegra. Al mínimo bache vuelan los cuchillos. De este tipo de situaciones no suele salir nada bueno. Pero la verdad es que no existe ninguna regla que lo asegure. Y de haberla, siempre hay excepciones que la confirman. Esta es la grandeza de vivir sin saber nuestro destino. En España sobran los ejemplos. Luis Aragonés ganó una Eurocopa y cambió la historia de nuestro fútbol pese a haber anunciado su adiós antes de la batalla. Y no lo olviden, hasta nuestra monarquía se ha mantenido intacta en pie durante años con un rey y una reina que dormían en camas separadas. Nada que no puedan soportar estos meses sus majestades Messi y Luis Enrique.