Aytekin, el gemelo de Ovrebo

He dejado que pasen 48 horas para que no parezca que la reflexión es producto de la calentura por lo acontecido el miércoles en el Camp Nou. Estoy acostumbrado a vivir con la exigencia histórica que para un madridista supone siempre la búsqueda de la excelencia y de la perfección. De hecho, cuando algún arbitraje nos ha favorecido, nos hemos sentido con mala conciencia y siempre hemos preferido dar pasos adelante sin una sola mota de polvo. Pero lo del Barça del siglo XXI empieza a ser ya cargante. Todos pensamos que lo de Ovrebo en Stamford Bridge sería la cima del Everest. Que no le piten en una semifinal de Champions al equipo de casa cuatro penaltis más grandes que la Sagrada Familia, es cuando menos algo que envuelve el adjetivo de ‘inaudito’. Por ser fino.

Pero lo de Aytekin casi lo supera. Esta vez repartió los cuatro penaltis en las dos áreas. Dos sobre el PSG no señalados y dos regalados al Barça en el área parisina. Que a Mascherano no le piten los penaltis flagrantes que hace ya no es noticia para desesperación del Reglamento. Da igual que abra las manos, que ponga zancadillas por detrás o que dé de sí las tallas de las camisetas de los rivales. Este año hizo dos en el Clásico (a Lucas Vázquez y Cristiano), otro en Villarreal y los dos clarísimos del miércoles. No hay árbitro que se atreva con él. Desde octubre de 2012, en Riazor, desconoce el argentino lo que significa la expresión ‘máximo castigo’. Le llaman ‘El Jefecito’ y parece que los árbitros lo respetan hasta las últimas consecuencias. El caso es que en lo que va de temporada, el Camp Nou ha asistido a tres arbitrajes que le han dado la respiración asistida en las tres grandes competiciones. Clos Gómez sostuvo al Barça en el Clásico ante el Madrid (acabó 1-1 cuando el resultado debió ser 1-3), Gil Manzano hizo lo propio en el Barça-Atlético de Copa del Rey anulando un gol legal de Griezmann y pasando por alto un penalti a Torres, y ahora ha sido el tal Aytekin el que ha evitado la prematura eliminación del Barça de Luis Enrique en la Champions. El Camp Nou ya puede presumir también de tener miedo escénico. Los árbitros pueden dar buena fe de ello…