Higuero: el último mohicano

No quería terminar la semana sin escribir de uno de sus más notables protagonistas. Hace tres días, Juan Carlos Higuero anunció su retirada oficial como atleta. En realidad ya recibíamos más noticias de él como organizador que como deportista. Su última gran aparición había sido en los Europeos de Gotemburgo 2013, que cerró con una plata en 3.000. Tuve el privilegio de asistir a alguna de esas carreras que monta con tesón. Tras la Higuero Running Festival 2015, en su Aranda de Duero natal, hubo una cena de hermanamiento para los participantes en una bodega. La fiesta acabó con charanga y con los cánticos de su peña. Pongan ustedes la música: “Juan Carlos Higuero, Aranda de Duero. Reyes Estévez, no se atreve. Fermín Cacho, está hecho un asco. El Guerrouj, tururú”. Mucha guasa.

Estos nombres nos dan una idea del nivelazo de sus competiciones. Estamos ante el último representante de la edad de oro del 1.500, que arrancó en los años 80 con Abascal y González, y continuó en los 90 y en el nuevo siglo con Cacho, Estévez y el propio Higuero. Ellos fueron los estandartes, en una etapa con otros competentes milleros: Vera, Carreira, Viciosa, Cañellas, Pancorbo, Redolat, Díaz… Prometo que los he recitado de memoria. Cuando llegaba un gran campeonato, nunca fallábamos frente al televisor en el 1.500. Era la prueba reina. Nuestra prueba. Higuero ha sido el último con el que sentimos que cualquier cosa podía pasar. Que nos disculpe Arturo Casado, oro europeo, también grandísimo. Hablamos de sensaciones, de añoranza... Del último mohicano. Del León de Aranda.