Sampaoli tiene enfrente a Shakespeare

Me cuentan que la gente del Sevilla iba optimista a Leicester: “¿No querían Brexit? ¡Pues les vamos a echar de Europa!”, decía un aficionado en el avión, entre risas de todos. El Sevilla vive un periodo feliz, en el que tras muchísimos años sin títulos ha ganado en los últimos diez cinco veces la Europa League, entre ellas las tres últimas, de tacada. Y además dos veces la Copa, una Supercopa de España y otra de Europa. Todo bajo la inspiración de su centenario y su imbatible himno del Arrebato. El sevillista está acostumbrado a viajar optimista y a regresar eufórico. Por eso han ido dos mil a Leicester, transportados por la misma ilusión.

Las apuestas ayudan en ese sentido. El pase del Sevilla se paga a 1,28, el del Leicester, a 3,75. Y eso que el Sevilla ha perdido vuelo, como reconoció Sampaoli tras el empate ante el Leganés, y el Leicester, al revés, lo ha cogido. El viejo y querido Claudio Ranieri, artífice del título del año pasado, ha caído, arrastrado por los resultados y por una plantilla que le perdió la fe. Le sustituye un hombre de pasado gris y apellido reluciente, Craig Shakespeare, jugador que no llegó a Primera, entrenador de complemento en varios sitios antes del Leicester. Con él, los jugadores han reaccionado aunque sólo sea por el qué dirán.

A eso se suma la cortedad del resultado, 2-1. El partido de ida dio para un 3-0, pero se estaba quedando en 2-0 cuando llegó el gol de Vardy, que ese día desempolvó su fusil. Peste de gol. El 2-1 es bueno, pero ajustado. Por suerte, todos sabemos que, aun perdiendo vuelo, el Sevilla es mejor equipo, casi puesto por puesto, que el Leicester, y que llegar lejos en esta Champions es el objetivo desde principio de curso: “Este año no ganaremos la Europa League... porque llegaremos lejos en la Champions”, me dijo este verano un alto ejecutivo del club. Eso pasa por el King Power Stadium y por frenar a Mahrez y a Vardy, los peligros locales.