Dolorosa separación de bienes

Matrimonios mejores avenidos que el del Sevilla y Unai Emery se rompieron y no pasó nada, pero la herida que se han dejado el uno al otro es evidente: sus flores se han marchitado. Si a alguien le debía el karma una venganza dolorosa era al técnico vasco por todas las veces en la que la diosa Fortuna estuvo de su lado cuando entrenó a los de Nervión. Hubo sevillistas que se alegraron de su naufragio en el Camp Nou, pero perdieron la perspectiva de que, igual, la flor sevillista también se estaba marchitando. Y la eliminatoria contra el Leicester lo ha constatado: todo lo que le podía pasar al Sevilla, le pasó. Penaltis fallados, expulsiones absurdas, goles en el primer disparo a puerta del rival... Lo que salía cara antaño lleva tiempo saliendo cruz, tanto en la capital de Andalucía, como en París.

Pero el fútbol no vive exclusivamente de las dosis de fortuna que en ocasiones pueden aparecer. Se basa en el juego y en saber jugar, cosa de lo que no ha sido capaz el Sevilla en toda la eliminatoria. Porque el Leicester se ha mostrado un equipo muy inferior a los de Nervión que a base de jugar a lo que sabe con una fe desmedida, pareció tener la eliminatoria en todo momento donde quiso. Y no se puede calificar de ventajismo las críticas a Sampaoli por su gestión de la eliminatoria cuando en la ida se concedió un gol absurdo y cuando en la vuelta nunca se sintió que el Leicester marcaría cuando quisiera y se llevaría la eliminatoria. Los cuartos en Champions eran un objetivo primordial de la entidad y no se ha conseguido. La separación de bienes con Emery ha dejado sin nada a ambos.