Un Atlético fuerte para marcar diferencias

Y otra vez más lo hicieron los rojiblancos. Y van... Es jugar partido decisivo o determinante y sacan su gen competitivo como pocos en el mundo, no decepciona nunca, al menos en la etapa Simeone. Una derrota ante el Sevilla era quedarse a 8 puntos y goal average, a falta de 10 partidos y jugando Champions entre semana. Ganar se antojaba crucial en las expectativas rojiblancas. El Simeone enemigo de excentricidades e inmune a ataques de entrenador lo tuvo claro desde el principio. Su 4-4-2 cerrando por dentro y con fuerte ritmo de partido desde el primer minuto se imponía a la línea de tres sevillistas, con Escudero en tierra de nadie. Esto lo aprovechó un muy buen Carrasco para complicar a Sarabia. Después vinieron detalles que marcan la diferencia, como es el gol de Godín, donde todas las torres sevillistas estaban en la barrera, provocando menos centímetros en marcaje hombre con hombre a Savic y al uruguayo (¡que alegría ver al centinela de Oblak de nuevo en su mejor versión!). Fue un partido redondo a nivel colectivo, de principio a fin. Koke, en la izquierda sin balón, metiéndose por dentro para perfilarse a su pierna buena, produce mucho fútbol, sea pases o centros de fuera hacia dentro; y Saúl cada día es más consciente de que debe domar sus caballos para tapar primero y luego elegir bien el momento de descolgarse.

O Griezman, de nuevo en plan pack de tres, en un jugador top. Solidario, asistente y goleador, futbolista en peligro de extinción que gasta su libertad al servicio del equipo. Pero el que marcó de nuevo las diferencias fue Gabi. Si muchos jugadores son la prolongación del entrenador en el campo, de nuevo lo vimos en el Atleti en la persona del capi. Nasri, por parte del conjunto sevilliista, fue lo más negativo. Si es cuestión de sensaciones, los rojiblancos demostraron que llegan fuerte al tramo importante de la Liga, donde se ganan los premios por cumplir objetivos. Ya serían cinco temporadas y media con éxitos las conseguidas por el Cholo y su gente, porque está bien eso de ser jugador de la semana o entrenador del mes, pero lo que marca las diferencias con los grandes es cumplir metas a final de año. Es saber rotar, dosificar y convencer a una gente, después de jugar muchos partidos al año, de que llegar al último tramo de año así de bien es lo que marca las diferencias.