El Barça cierra una herida

Uno de los momentos más tristes de la historia del Barcelona fue cuando el dos de julio del 2010 Johan Cruyff se presentó en las oficinas del club para devolver la insignia de Presidente de Honor del club que meses antes le había entregado Joan Laporta antes de dejar el club, mientras su sucesor, Sandro Rosell, comparecía en rueda de prensa.

Ese día se escenificó una ruptura que ahora, más vale tarde que nunca, el Barcelona empezó a reparar con un anuncio que vincula la tradición con el futuro del club y trata de hacer justicia al gran ideólogo del Barça moderno.

Cruyff fue el gran innovador del fútbol. Como recordó Josep Maria Bartomeu, Johan “nos hizo levantar la cabeza y pensar que todo era posible”.

Y lo hizo mediante la potenciación del fútbol base inculcando una idea de juego que es la que ha convertido al Barcelona en una referencia. Por eso, es de ley que el estadio donde jugarán los futuros valores del club pase a llamarse ‘Johan Cruyff’. Se acabó el Miniestadi.

Jordi Cruyff apuntó que si “mi padre pudiera elegir un escenario que llevase su nombre, probablemente elegiría el campo que supone el último paso de los jóvenes antes de llegar al estadio”.

Un buen homenaje a la historia de Cruyff que se completa con la cesión por parte de la familia de una camiseta y del Balón de Oro al Museo del club, que por cierto sigue llevando el nombre de Josep Lluís Núñez.

Si estos actos evocan la historia, la petición por parte del club al Ayuntamiento de la ciudad para que la calle Arístides Maillol (dirección postal del club) pase a llamarse Carrer de Johan Cruyff cuando se inaugure el Espai Barça proyecta el nombre de Cruyff al futuro. En ese estadio, en un lugar destacado se colocará una estatua del holandés volador.

La herida, empieza a cerrarse. Pero todo eso no servirá de nada si no se respeta el legado de la ideología futbolística que ha llevado al Barcelona a su mejor época.