“Si se va Monchi, el siguiente soy yo”

Monchi es el Sevilla. Es legítimo ser así de contundente con quien en los últimos 17 años ha construido los momentos más grandes de su historia. Responsable del fichaje de una lista interminable de jugadores gigantes (Luis Fabiano, Kanouté, Daniel Alves, Adriano. Palop, Escudé, Maresca, Rakitic, Bacca, Gameiro, Vitolo…), Monchi era mucho más que un fichador. En un mensaje privado de esos en los que es imposible delatar a la fuente, un peso pesado de la actual plantilla confesaba el verano pasado cuando parecía que su adiós a la Premier era imparable: “Si se va Monchi, el siguiente soy yo”.

El momento ha llegado. Monchi, que en Leicester ya confesó a sus íntimos que había tomado la decisión, fichará por la Roma. Un gran equipo en una gran ciudad. A la distancia, un perfil de club ideal para él, en el que podrá manejar unas cantidades suficientes para fichajes de clase media que luego convierte en diamantes.

Hay que entender a Monchi. Sólo había que verlo el año pasado después de ganar en San Mamés en la ida de cuartos de la Europa League. “Estoy cansado de sufrir”, decía sólo un día después en una cena con buenos amigos. O en Basilea, antes de su quinta final de Europa League, completamente alejado de los discursos del presidente. Además de un director deportivo gigante, Monchi era mucho más. Era su foto llorando desconsoladamente en Oviedo el día del descenso del 97. Era el hincha y el traductor que explicaba a cada jugador que llegase qué significaba el Sevilla. No sólo era su buen ojo. Sin su compromiso, el gran Sevilla hubiera sido imposible.

Monchi, casado con el Sevilla para toda la vida, se va un rato. Para su afición es un golpe duro. Pero es humano. Monchi estaba cansado y desgastado. Era su trabajo y era su pasión. Necesitaba alejarse un poco y, por qué no decirlo, empezar una nueva aventura. Abrir el abanico. Su adiós, que apunta emotivísimo, deja desnudo al Sevilla, que tendrá que aprender a andar de nuevo sin Monchi. Desde aquí sólo se le puede dar las gracias por haberle dado tantas noches de gloria al fútbol andaluz y ser el arquitecto de una de las más bellas historias del fútbol de este principio de milenio.