Sandro, sólo contra el mundo

Sandro forzó para jugar y Míchel tenía dudas. ¿Merecía la pena arriesgar alineando a un futbolista con la curación de su segunda lesión aún reciente? El tercer técnico malaguista del curso lo tiene claro. El canario, a medio gas, mejora a Michael Santos y al divergente Peñaranda, fichajes estrella en respectivos periodos para incorporaciones que no cuajan ni ofrecen garantías. En realidad Míchel hizo ‘un Juande Ramos’. Es decir, proponer un esquema más en función de lo que tiene que del rival: 5-4-1. El Málaga quiere pero no puede. El Atlético, siempre a lo suyo. Fútbol práctico, laborioso, poco brillante e inteligente, sabiendo esperar su momento y sus opciones.

En 81 minutos de encuentro el Málaga sólo disparó a puerta dos veces. Taconazo y vaselina de Sandro más estéticas que problemáticas para Oblak. Después, desorden y arreones. No es momento de lamentarse por ese delantero tanque (pedido por el mencionado Juande sin ser escuchado), sino para remar con la plantilla que ha quedado, honesta pero desequilibrada. Y el Atlético hizo su trabajo, el de aprovechar el desastre que es este Málaga y el mal momento de un Kameni que hace tiempo pide un banquillazo a gritos. Otro fiasco de un Málaga descosido y que se jugará lo que le queda de vida el próximo miércoles en Gijón. Un triunfo en 16 partidos, seis puntos de 39 posibles. Una Rosaleda gélida. Y Sandro solo contra el mundo.