James-Zidane: la traición de un ídolo

Debe ser duro humanizar a los ídolos, conocer su genio y su carácter, saber que detrás de esa fachada perfecta que uno siempre respetó existe la misma personalidad fría que cualquier otro desconocido. Pasar de cromo deseado a entrenador forzado es un trago difícil. Lo está siendo para James Rodríguez y seguro que también para Zidane. Uno por la decepción de sentirse traicionado; el otro por la frustración de sentirse traidor. Pero lo cierto es que su relación está rota. No existe. No tiene visos de cambiar. No al menos en el rol actual de ambos.

James manifestó esa desazón en Leganés tras ser sustituido. Las cámaras le siguen y él sabe que le siguen. Todo lo que hace lo mide a conciencia. Pero a veces explota. En Butarque explotó. Al colombiano se le ha agotado la paciencia por una situación que ha llegado al límite. Su aterrizaje en el Madrid tras exhibirse en el Mundial de Brasil le situaba como uno de los futuros candidatos al Balón de Oro. Sin embargo, han pasado dos años y medio y está lejos de aquello. No es ni siquiera titular. Incluso le cuesta tener minutos como suplente.

Defensa de la BBC en las alineaciones

La decepción del Madrid con James debe ser directamente proporcional a la de James con el Madrid. El trato de meritorio que Zidane le dispensa es diferente al que hace con las demás estrellas. Mientras se hincha a defender a la BBC con sus alineaciones y planteamientos, a veces injustificados, ningunea al colombiano hasta convertirlo en el cuarto jugador de la plantilla con menos minutos. Para James los galones están pintados con tiza, a diferencia de los de Ramos, Kroos, Modric, Cristiano, Bale o Benzema. Un ídolo suyo, el mayor que tuvo en su infancia, se ha encargado de que así sea. Y quizá ya sin vuelta atrás...