Atleti y aquel poema de Carver

Miedo. El otro día, al abrir un libro, ahí estaba ese poema de Raymond Carver que había olvidado. Miedo. Lo aprendí de memoria en mis primeros días en Madrid. “Miedo al presente echando a volar. Miedo al teléfono que suena en la quietud de la noche. Miedo a no dormirme”. Miedo, miedo, miedo. En aquella época, 2003, el Atleti ya llevaba unos pocos años sin ganarle al Madrid. Un día, en una rueda de prensa, escuché a Godín contar que, contra el Madrid, salían del vestuario con un ligero temblor. Como si fueran otra estrofa más de ese poema que ya había olvidado de Carver. Miedo.

Miedo. Cuando el nombre de Simeone suena en la megafonía el Bernabéu atrona en sus silbidos: él le cambió todo el sentido a esa palabra. Lo sacó del libro de Carver para hacerlo película, Atleti sin miedo. La primera parte se concentra en los guantes de Oblak, en la cabeza de Savic en la única vez que el esloveno dejó desprotegida su red. Miedo no hay pero el Atleti no termina de mover el balón con orden. A los primeros 45 minutos sobrevive. Cuando comienza la segunda parte, Oblak corre a susurrarle algo en el oído a Savic. Quizá fue un gracias.

Minutos después salta como un gato para ponerle el ón a su siguiente parada de la tarde. Acaba de interponer el escudo a un balón a Benzema. Sus guantes sostienen a su equipo. El Atleti sigue espeso, más todavía, como si aún no hubiese salido de la caseta. Los guantes de Oblak tapan mucho pero no pueden con todo. En la siguiente jugada se rompen. Como la pared que finalmente estalla ante la presión del agua. Marca Pepe. El Madrid se adelanta. Lo del Atleti no es miedo, no es ese poema de Carver, es que no está, es nada. Línea en blanco. Casi la llena de golpe Torres con un desmarque marca Torres, pero Navas para. O Griezmann con una chilena de espaldas.

Pero Simeone no tiene miedo. ¿Miedo a él? Esa no es palabra en su diccionario. Va a sacar a Cerci, de hecho. Que debutaría, en el Bernabéu. Ya espera en la banda. Entonces Griezmann se convierte en Juan. Él llena de mayúsculas las líneas más grandes del Atleti y le lanza otra de sus flechas al corazón de Zidane. "¿Quién dijo miedo?", pienso mientras veo cómo el Madrid se despide de la victoria en este derbi. Ante este Atleti, ni siquiera Carver se hubiera atrevido.