Las cosas que Zidane aprendió de Ancelotti y la luz de Kroos

Las lecciones del maestro. Zidane volvió a poner una sonrisa de oreja a oreja, que es su particular y brillante manera de responder a una pregunta que preferiría no responder, cuándo le cuestionaron por lo que aprendió de Ancelotti. Las lecciones vistas fueron muchas: los futbolistas están por encima de los dibujos, decir las cosas a la cara a sus jugadores, la importancia del buen manejo del entorno, positivar cualquier polémica, bandear con naturalidad las teorías sobre injerencias en las alineaciones. También aprendió, y eso lo explicó en la previa del derbi capital, que su puesto no está seguro, aunque hayas ganado la Champions el año anterior. Un Madrid sin títulos le costó inmerecidamente el puesto a Carlo. Esa lección también la aprendió Zizou.

Cristiano y Ramos, en su salsa. Si se analiza el rendimiento doméstico del equipo blanco, se podría decir que, sin estridencias en cuanto a trazo en su juego, mantiene el liderato liguero. Sin embargo, en la Champions, el equipo blanco ha mostrado una jerarquía indiscutible. Eso lo sabe el equipo de Ancelotti. El Madrid, más allá de las bajas y del momento en el que llegue, se agranda en esta competición y, de un tiempo a esta parte, tiene a Cristiano y a Sergio Ramos en sus filas, capaces de aumentar su tamaño competitivo al nivel del envite. Y no hay nada más grande que un Bayern- Real Madrid, el partido más repetido en la mágica Copa de Europa.

La limpieza de Kroos. Un digno sucesor de Breitner, Netzer o Stielike, alemanes, con estilos diferentes, que dejaron su impronta en el imaginario madridista. La claridad del fútbol de Toni y su golpeo son tan limpios como su corazón competitivo. Quiere ganar al Bayern con los mejores, incluido Lewandowski. Ser los mejores, ganando a los mejores. Es feliz con el sol de Madrid y el fútbol de su equipo, como se vio en el derbi de la pasada jornada, tiene otra luz cuando él está sobre el césped.

El castigo de Neymar. La estrella más en forma del planeta fútbol, con permiso de Griezmann, se perderá los tres próximos partidos ligueros de su equipo, recursos aparte, por una chiquillada. Con el corazón caliente te puedes pasar de frenada en una entrada, pero el aplauso gratuito al cuarto árbitro es un sinsentido y una niñería que le sale cara a sus compañeros, a su equipo y, de paso, también a la Liga.