El Barça abandonó la idea, jugó a ser el Madrid y se pegó una leche tremenda

Recuperar la idea. El Barcelona ha querido jugar a ser el Real Madrid y salvo que suceda un milagro en la Champions y el Real Madrid decida suicidarse en la Liga, parece que va a pegarse un trompazo de padre y muy señor mío. De un tiempo a esta parte el Barcelona abandonó la idea que le hizo grande. Desatendió el sistema de promoción interno, que requiere temporadas de barbecho, para apostar por un sistema cortoplacista en el que lo que prima es ganar títulos a toda costa pagando el gusto y las ganas por jugadores de fuera. Se prefirió Mathieu a Bartra, a André Gomes o Arda que a Thiago, a Digne por Bellerín o a Paco Alcácer por Sandro y Munir. Todo ello para poder enseñar una hoja de servicios que, por lo menos, empatara con la que logró Guardiola en un ejercicio infantil de protagonismo.

El meneo. La junta que impuso esta manera de hacer las cosas corre ahora el riesgo de quedarse sin proyecto. Porque cuando tu único proyecto es ganar y no ganas, resulta que no tienes nada. Qué poco ha durado la enseñanza fundamental de Cruyff que predicaba justo lo contrario: en el Barça se gana a partir de la idea. Practica bien la idea y acabarás ganando. Un año después de la muerte del holandés, se ha perdido el norte y ahora el equipo exige un meneo, una sacudida, al estilo de la que protagonizó el propio holandés en el 90, Rijkaard en el 2003 o Guardiola cuando asumió el primer equipo. De todos ellos, sólo Pep ganó al primer año, los otros dos, necesitaron paciencia. Y la paciencia, señor Bartomeu, son enemigas de las obras faraónicas.

El liderazgo. Luis Enrique, con su renuncia le ha ahorrado a Bartomeu tener que tomar la decisión de echarle. En eso, el ‘marianismo’ del presidente del Barça ha vuelto a salir vencedor. Fiel a la filosofía de no moverse ante los problemas, el asturiano ya le ha resuelto el primero. Pero el próximo entrenador no aparecerá en el banquillo como una seta. Bueno, eso es lo que esperaba la junta. Que este equipo ganara algo y Unzué fuera un champiñón que basándose en la lógica evolutiva les facilitara la toma de decisiones. Bartomeu es de esos que espera la extinción de los dinosaurios para que reinen los simios. Pero resulta que los dinosaurios se extinguen y los simios son pequeños. Por un día, el líder tiene que ser Bartomeu. Y para ser líder, hay que tener un proyecto y una idea y no parece que anden muy sobrados por el palco.