Barbarie y bondad en la jornada europea

Cuatro partidos de Champions hemos tenido esta semana y dos de ellos alterados por muy serios incidentes. En uno, el de Dortmund, el ataque vino de fuera, en el otro fue el propio fútbol el que se autolesionó, a través de acciones intolerables de ‘hooligans’ de distinto pelaje. Es un fenómeno que tras haber estado larvado durante un tiempo revive, seguro que porque hemos bajado la guardia. En la Eurocopa última vimos barbaridades de los ingleses y sobre todo de los rusos. Eso ha estimulado a muchos otros a retomar aquella vía. Los del Leicester hicieron el cafre aquí. En Lyon, en la Europa League, hubo grandes peleas entre franceses y turcos.

Para animarme, un amigo me puso de relieve la bonita hermandad entre alemanes y monegascos en Dortmund. Una vez conocido el atentado y el aplazamiento, aficionados del Dortmund ofrecieron sus casas a los monegascos. Éstos habían aclamado al Borussia al saberse lo del atentado, y volvieron a hacerlo el día siguiente. Un bello cuadro de hermandad ante el ataque exterior. Algo a rescatar de un día trágico en el que la UEFA no estuvo del todo bien (debió pasar el partido al jueves, tiempo había, para dar más respiro al Borussia) y menos la policía, aún a ciegas, que ‘resolvió’ el caso encarcelando a uno que no tiene nada que ver.

Aquí, los del Leicester hicieron el bárbaro desde el AVE hasta la Plaza Mayor, donde no omitieron ni la asquerosa escena de burlarse de las mendigas. Y en Lyon hubo batalla campal. Necesitamos más severidad. Un día la UEFA fue capaz de echar cinco años a todos los clubes ingleses de Europa por la barbarie de los del Liverpool en la final con la Juve en el viejo Heysel. Fue una decisión bárbara y expeditiva, y como tal discutible, pero funcionó. Me temo que habrá que llegar de nuevo a medidas draconianas, porque esa mayoría decente como la que vimos en Dortmund no tiene por qué verse mezclada con oleadas de bestias.