Arnau Baqué

Último tren con destino Europa

El tren europeo pasa este Domingo de Resurrección por alcanzar una victoria en Butarque, un estadio que se presenta como una estación a la que el Espanyol debe llegar en hora para subirse destino al sueño de jugar la Europa League. Un objetivo ilusionante, suficientemente añorado por todo los aficionados, deseosos de volver a rememorar aquellas batallas europeas que estas dos últimas décadas nos han deparado, con enfrentamientos ante el Milan, el Inter, el Brujas, el Benfica o el Werder Bremen, que todos ansiamos revivir en nuestro feudo de Cornellà-El Prat, que se merece un estreno europeo por todo lo alto, puesto que amistosos al margen, aún no ha sido feudo de ningún encuentro continental de los nuestros, lo que resulta inadmisible a la par que triste. Butarque es una de las siete finales por alcanzar un objetivo de categoría a la que nos enfrentamos.

El de Leganés es un envite que no puede afrontarse con la actitud timorata y de escasa ambición de Bilbao. Un partido en el que el empate no sirve para dar un paso adelante y donde el equipo, sabedor del duro calendario al que se enfrenta, debe mostrar desde el primer minuto una motivación y una ilusión más grande que el cuadro pepinero, si quiere llevarse tres puntos que nos permitirían seguir reenganchados a un sueño europeo, que es mucho más real de lo que muchos se piensan, sólo es necesario creérselo como el Eibar y asumir que las posibilidades están ahí y afrontar con tesón cada partido, sabiendo que Europa es un premio y que los premios son para aquellos que se dejan la piel en el campo y que tienen espíritu de superación. El tren nos espera en una estación semidesconocida.