Máxima felicidad

Victoria. Simeone dijo en la previa que esperaba que la afición supiera reconocer el esfuerzo de sus jugadores en esta recta final. Y que el Calderón debía apretar en un partido clave. La afición llenó el campo, animó y disfrutó con los suyos. El Atlético es ahora uno (jugadores, dirigentes, entrenador y seguidores) y eso se nota. Simeone hizo rotaciones pensando en el Leicester y jugaron los menos habituales. Respondieron y el equipo se llevó tres puntos vitales. Marcó dos goles Carrasco, un jugador extraordinario, diferente, pero que aún podía ser más determinante. Suma 14 en la temporada (10 en Liga, dos en Copa y dos en Champions). Filipe Luis, que está en un momento dulce, hizo otro, y nos quedamos con las ganas de ver uno de Fernando Torres, El Niño, ovacionado por los chavales que fueron el Calderón. Incluso Cerci debutó en Liga. Por fin el italiano pudo jugar unos minutos. Lo único negativo fueron los dos penaltis fallados. En un partido como éste no tiene trascendencia, pero sí, como lo comprobó el equipo en sus propias carnes, en las citas decisivas.

El palco. Los niños fueron los grandes protagonistas de la tarde y por ello en el palco de autoridades hubo una amplia representación de los socios infantiles más antiguos del club madrileño. Junto a ellos, Enrique Cerezo y Luis Sabalza, presidentes de ambos clubes. Hace 14 temporadas que el Atlético tuvo la bonita iniciativa de dedicar un partido a los más pequeños. Ellos son el futuro de la entidad y es una delicia ver tanto niños y niñas en el estadio. Fue la última edición del Día del Niño en el Calderón y el próximo año ya será en el Wanda Metropolitano. Para ellos el cambio será menos traumático, se amoldarán antes y más rápido. “¡Que boten los niños!”, cantaron desde el fondo sur. Y los niños botaron.

Otro niño. A muchos kilómetros de distancia, pero como un niño, vivió Lázaro Albarracín el partido. El vicepresidente del Atlético recibió un homenaje de sus paisanos de Lorca, donde se disputó un torneo amistoso de fútbol alevín y benjamín con representación, entre otros, del conjunto rojiblanco. Lázaro encarna mejor que nadie los valores del Atlético y es el símbolo de nuestros mayores. Él, como tantos otros, se sentirá orgulloso de que cada vez haya más atléticos, niños, jóvenes, personas maduras y veteranos.

Tiago. Dio tiempo para ver de nuevo a Tiago, que no jugaba desde el 12 de diciembre. El portugués no seguirá, pero aún puede disfrutar de algunos minutos con la camiseta rojiblanca. La afición se puso en pie cuando Tiago entró en el terreno de juego por El Niño. Más felicidad en el Atleti es imposible.