Messi y el mayor espectáculo del mundo

¡Qué partido! ¡Qué pasión, qué galopadas, qué cantidad de remates! ¡Qué emoción hasta el final! ¡Y qué Messi, regresado al primer plano con todos los honores! Cuando el partido empezó en manos del Madrid, se instaló en el centro geométrico del terreno, se hizo cargo de las maniobras y levantó a su equipo. Una y otra vez fue a por Casemiro, al que pudo sacar del campo antes del descanso. Marcó dos golazos, con la boca partida, el segundo en la ‘zona Ramos’. Alcanzó los 500 goles, provocó la salida de Casemiro, la expulsión de Ramos y Marcelo se libró de lo mismo de milagro. Reinó en un partido de locura, en un homenaje al fútbol.

Fue la estrella en una noche que reabre LaLiga y que nunca olvidaremos. Un partido tremendo, sin pizarras, sin cautelas, con todos dejándose la piel, llegando y rematando. Con dos porteros espléndidos que aún así tuvieron que repartirse cinco goles. Con alternativas que lo pudieron hacer caer hacia cualquier lado. Con run-rún en la retirada de Bale, cuya presencia breve y pálida quedó más en evidencia con la salida de Asensio. Con un arbitraje malo, que empezó con un penalti indultado de Umtiti a Cristiano y ya no se enmendó.

Un partido así justifica todo lo que le ofrecemos al fútbol. Un partido así hace ‘Marca España’. Los dos equipos exhibieron sus mejores virtudes, se emplearon hasta el agotamiento. El Barça necesitaba ganar o ganar para seguir en LaLiga. Al Madrid se le olvidó que le valía el empate, y con el 2-2 siguió metido en el torbellino de ataques que fueron los noventa minutos. El último gol le sorprendió descolocado ante un descenso vertiginoso del Barça, iniciado por uno de sus laterales, culminado por el otro con el pase a Messi. Nadie quiso guardarse nada. Ganó el Barça, ganó LaLiga, ganó el fútbol. Y el Madrid perdió con grandeza.