La llama, el fuego y el incendio de Cornellà

Si en la previa había adquirido protagonismo la llama que nunca se apaga con la que el Espanyol simbolizaba 117 años de resistencia, en los prolegómenos del derbi fue el encendido virtual del pebetero por los 25 años de Barcelona 92 (con la música de 'Amigos para siempre', menuda paradoja). Y el equipo de Quique Sánchez Flores prendió la llama del partido con un planteamiento y una intensidad que apuntaban a incendio de proporciones ligueras. Pero todo se truncó del modo más inopinado, con un involuntario pirómano. Jurado pudo ser héroe por dos veces, en la primera ocasión clarísima y en el primer chut a puerta de los pericos, méritos a reseñar, pero se tornó villano, muy a su pesar, al regalar el balón en el 0-1 que cambió el rumbo del derbi.

Repitió el Espanyol el planteamiento del Camp Nou, con una presión alta de entrada y asumiendo riesgos Quique, de talante más bien conservador, justo el día en que parecía más inapropiado. Valentía con el premio merecido del 0-0 hasta el instante fatídico. La lectura posterior a ese gol de Suárez ya es meramente circunstancial. Habría que quedarse con que tanto contra el Atlético como ante el Barcelona realmente decidieron detalles. Lo cual arroja una esperanza casi inmejorable para los pericos, que han sido capaces de tutear a dos gigantes en el primer año de un proyecto en crecimiento. Esto solo puede ir a mejor.