El derbi, el Día del Juego Limpio

La fecha del Espanyol-Barcelona la tienen marcada en rojo en el calendario. Es el día en el que algunos medios de comunicación dirigen el foco a la grada de Cornellà-El Prat, donde encontrarán insultos, gestos, cánticos corales ofensivos... Carnaza de la buena, vamos. Y en este derbi, además, les ha entrado la sensibilidad por los niños, esos seres desprotegidos que mimetizan lo que hacen sus padres o el vecino de asiento.

Es encomiable que se preocupen por un problema que deteriora el fútbol profesional, amateur y sobre todo base: ese odio exacerbado por el contrario, por el árbitro e incluso por tus propios jugadores; esa sensación de influir en los partidos con tus alaridos y tus ofensas; ese ‘desfogueo’ de tus frustraciones, que aunque provengan de una minoría siempre acaban desvirtuando lo que debe ser el fútbol. Tolerancia cero. Pero resulta que lo que ocurre en Cornellà en cada derbi ocurre en otros estadios, en el Camp Nou, en el Bernabéu, en el Calderón, en San Mamés e incluso en ese campo de Tercera donde ni hay tanta seguridad, ni cámaras ni vías de escape. No es un problema particular, sino de enfoque de este deporte. Pero ya saben, el próximo derbi será de nuevo el Día del Juego Limpio... Y luego se mirará para otro lado. Cuestión de modas. Y le ha tocado al Espanyol.