El hombre tranquilo

El alma permanente del Barça (desde hace treinta años) es Carlos Naval. Como aquel Ángel Mur legendario, que era masajista. Naval es el delegado de campo. Impone las manos de la paz: saluda a los jugadores sustituidos, consuela a los que no juegan, aplaca las intrigas de esa zona oscurecida. Y se la juega con los árbitros para conseguir imprescindibles armisticios. A esa tarea imagino añade otras más secretas aún, como la de abrir los ojos a la directiva sobre gestos que ha de tener con los futbolistas delicados. De todos esos cometidos me fascina lo que hace con las manos: saluda, calma, abraza.

En el homenaje sorpresa que le hizo el equipo por sus treinta años de dedicación tranquila a su empeño, saludó a todos los componentes del equipo. A Messi lo abrazó. Seguro que ese gesto está en su memoria de las cosas que hay que hacer. Imagino que Neymar y Messi (y los otros) hicieron tan buen partido para que Naval se llevara a casa este trofeo: el buen juego del Barça.