Un privilegio compartido

Cuando en el año 2000 llegó Claude Makelele al Madrid alucinó con muchas cosas. Este club era realmente diferente a lo que había conocido antes y al cabo de unos meses me contó una anécdota muy significativa. Un día marcó un gol con la camiseta blanca en un partido oficial y se sorprendió de la frialdad con la que sus compañeros celebraron este tanto. Algunos incluso ni siquiera le felicitaron y le pusieron mala cara. “En ese momento comprendí que el privilegio del gol no era para un mediocentro como yo sino para otros y que era mejor respetar esta regla no escrita si quería ser aceptado en el Madrid”, me confesó mi compatriota.

Con Zidane, hijo de esta revolución francesa que puso fin a los privilegios, todos los jugadores tienen derecho a marcar. Y todos lo aprovechan con ilusión. De ahí esta impresionante serie de partidos repletos de goles.